miércoles, 10 de noviembre de 2010

ANTECEDENTES

Previo a la fundación de la ciudad, y también en forma contemporánea a elio, Italia estaba habitada por una serie de pueblos que habitaban la península de Norte a Sur. Los pueblos que habitaban en la península itálica eran los siguientes: los latinos, que ocupaban la llanura entre el río Tíber y los montes Albanos. Al Norte del Tíber se encontraban los etruscos; más arriba, el Tíber separaba a los umbros al Sur y los etruscos al Norte. Al Este y Sureste del Lacio se encontraba la cadena Apenina que sería el dominio de pastores nómadas emparentados entre sí: los sabinos, samnitas, marsos, volscos, campanos en Nápoles, ausones y oscos. Todavía más al sur, los lucanos y bruttios.
El origen de los pueblos que a su vez originaron a Roma, se puede rastrear mediante la lingüística, la cual clasifica a las lenguas indoeuropeas y las de otro origen. Entre las primeras se encuentra el latín, el véneto, etc. Se comprobó que las lenguas europeas y asiáticas tenían un cierto parentesco, y se tuvo la convicción durante mucho tiempo, de que el parentesco delataba un origen étnico común, la existencia de un pueblo indoeuropeo y de una cuna común de su civilización. Se creía que la unidad original de este pueblo experimentó una dislocación y que los grupos integrantes se fueron separando del conjunto, llevando en su emigración el dialecto hablado en su patria. Pero ya esta teoría está desechada. Las divergencias e interferencias se descubren en Italia siempre, por muy remota que sea la génesis de los pueblos portadores del indoeuropeo; es decir, a través de una lenta evolución étnica y cultural, durante la edad neolítica (4800-1800). Al parecer, según P. Bosch, los movimientos convergieron a partir, al menos, de dos centros: la región del río Danubio en el centro de Europa y la región del norte de Asia menor y parte del Cáucaso. Aproximadamente por entonces, según los lingüistas y los arqueólogos, el latín (introducido también por pueblos provenientes de la región danubiana) haría su aparición en Italia. Cada vez es mayor la resistencia frente a la hipótesis de una Italia pre y protohistórica que acogería en su territorio a masivos grupos étnicos con su original unidad, mantenida a lo largo de la emigración. Más bien se insiste sobre las condiciones de infiltración, dispersión y cruzamiento en que se realizaría la intervención de elementos extranjeros.

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